La actividad psicológica
del hombre se caracteriza por el funcionamiento conjunto e
interactivo de procesos y mecanismos, las cuales tienen funciones concretas, de
esta manera la atención no es una actividad aislada, sino
que se relaciona directamente con los procesos psicológicos a través de
los cuales se hace notar.
Para
Rosselló (1998) y Tudela (1992; véase en García, 1997) la relación entre
la atención y los procesos psicológicos radica en que la atención actúa
como mecanismo vertical, que controla y facilita la activación y el
funcionamiento de dichos procesos. Las relaciones que se pueden establecer son
las siguientes.
· ATENCIÓN, MOTIVACIÓN Y EMOCIÓN.
Por
motivación se entiende al proceso que de algún modo
inicia, dirige y finalmente detiene una secuencia de conductas
dirigidas a una meta, es uno de los factores determinantes del comportamiento,
y que tiene que ver con variables hipotéticas que son los motivos (Puente,
1998).
Ahora
bien, motivación y emoción han sido considerados como factores
determinantes de la atención, de este modo un estado de alta
motivación e interés estrecha nuestro foco atencional, disminuyendo
la capacidad de atención dividida, así como el tono afectivo
de los estímulos que nos llegan y nuestros sentimientos hacia ellos
contribuyen a determinar cuál va a ser nuestro foco de atención
prioritario (García,1997).
Rosselló
(1998) señala que atención, motivación y emoción se encuentran
relacionados desde el punto de vista neurobiológico. El Sistema Activador
Reticular Ascendente (SARA) que activa el mecanismo atencional,
establece estrechas relaciones neuroanatómicas con el Hipotálamo, que es el centro motivacional
por excelencia y forma parte del cerebro de las emociones al estar
integrada en el sistema límbico. Además el SARA es también
responsable de procesos motivacionales y emocionales por la implicación de vías
catecolaminérgicas en los tres procesos.
· ATENCIÓN Y PERCEPCIÓN.
La atención ha
sido concebida en muchas ocasiones como una propiedad o atributo de
la percepción, gracias a la cual seleccionamos más eficazmente la información que
nos es relevante.
García
(1997) indica que la atención considerada como propiedad de
la percepción produce dos efectos principales:
-Que se
perciban los objetos con mayor claridad.
-Que la
experiencia perceptiva no se presente de forma desorganizada, sino
que al excluir y seleccionar datos, estos se organicen en términos de figura y
fondo.
La existencia de
la atención en el proceso de percepción significa
que el hombre no solamente oye, sino que también escucha, incluso a
niveles intensos, y que el hombre no solo ve, sino que observa y
contempla (Rubenstein, 1982).
Para
Kahneman (1973), la atención interviene en una de las fases del proceso de
percepción, cuando en una fase inicial de la percepción se
dividen en unidades, segmentos o grupos el campo que forma la estimulación, la atención entra
en juego en el momento en que algunas de esas unidades subdivididas reciben
mayor realce de figuras que otros.
· ATENCIÓN E INTELIGENCIA.
La
inteligencia ha sido entendida de manera general como la capacidad de
dar soluciones rápidas y eficaces a determinados problemas. Sin embargo para realizar un trabajo de
manera eficiente se requiere de habilidad, en este sentido la atención sería
una de las herramientas que posibilita y optimiza dicha habilidad.
García
(1997) consideró que la capacidad de un individuo de
reorientar su atención con cierta rapidez (oscilación de la atención)
y de atender a más de un estímulo a la vez (distribución de la
atención) pueden ser considerados como componentes importantes de la
inteligencia. De esta forma atención e inteligencia se definen
en términos de habilidad para manejar gran cantidad de
información.
· ATENCIÓN Y MEMORIA.
La memoria es
el proceso mental mediante el cual la persona fija y conserva las
experiencias vividas y las re-actualiza de acuerdo a las necesidades del presente (Celada
y Cairo, 1990). La memoria asegura el almacenamiento de la
información, siendo la atención uno de los factores asociados a su buen
funcionamiento, entendida esta como el esfuerzo realizado por la persona tanto
en la fase de almacenamiento como en la fase de recuperación de la información (Reategui,
1999).
La formación de
esquemas, el uso de estrategias de codificación para la información,
y el tipo de tarea recuerdo a realizar constituyen otros
de los factores que aseguran el trabajo de una memoria eficaz.
Sin embargo, hay autores que consideran que la atención no resulta
tan necesaria para la codificación en la memoria, dado que la memoria también se
expresa en tareas que no requieren una manifestación consciente de
la experiencia pasada, como suele suceder con el aprendizaje implícito o inconsciente(Ruiz-Vargas,
1994).
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